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Sentido,fines y medios

  • Foto del escritor: Carlos Luro
    Carlos Luro
  • 16 nov 2020
  • 3 Min. de lectura





“Segons els mitjans que fem servir per conseguir un objectiu, aquest objectiu perd tot el seu valor”.

(refrán popular catalán).

Si se apela a cualquier medio para alcanzar ciertos fines, los fines no valen ni medio.


El antiguo refrán catalán tiene su correlato en un axioma de un economista japonés Shigeto Tsuru quién afirma qué “El producto bruto interno (PBI) no cae del Cielo, como el Maná, sino que es el resultado del esfuerzo humano; Múltiples esfuerzos, de personas que deben asumir costos y riesgos. Por lo tanto tiene que tener sentido para quienes los llevan a cabo”. -citado por J.C.de Pablo, La Nación 25/10/20-


¿En razón de qué me esforzaría en alcanzar un objetivo si el premio lo cobra otro?

Desde el angelical y desinteresado voluntario que lleva a cabo nobles acciones humanitarias, hasta el más vil mercenario contratado por una cruel banda dedicada al narcotráfico, coinciden con la milenaria sabiduría oriental de Shigeto Tsuru: Me banco el esfuerzo, tengo mi recompensa ( inverificables depósitos en acciones del Heaven Bank o más prosaicos lingotes en algún paraíso fiscal). Para ambos tiene sentido lo que hacen.


La sutil y tenue línea que marca la diferencia estaría fundada entonces entre los fines y los medios.

Sutil y tenue pero infranqueable línea que divide al mundo a lo largo de su historia: fines buenos y medios buenos, fines no tan buenos y “patente de corso” para utilizar cualquier medio.

Las situaciones críticas por convulsiones económicas, los cataclismos sociales por enemistades políticas y los estados de alta conflictividad y/o enfrentamientos bélicos, son el caldo de cultivo ideal para justificar cualquier fin y cualquier medio. La angustia de la supervivencia no excluye al canibalismo.

La realidad del mundo empresario en éste tiempo se ve envuelto en una época tremendamente conflictiva, con exigencias crecientes de todo tipo, en condiciones inestables y cambiantes, sometido a escrutinio cotidiano por mercados impiadosos y bajo la metralla constante de reglamentaciones, normas, regulaciones, impuestos y restricciones que se expanden universalmente.


Un tiempo que exige que el sentido que motiva lo que se hace - o la causa justa como la define Simon Sinek en su libro Plan Infinito - sea firme, sólido, permanente y casi inmutable…pero lo suficientemente elástico para adaptarse en forma ágil e inmediata al cambio de contexto.

Un sentido que a su vez necesita estar apoyado en valores, que se vayan expresando en una orientación estratégica estimulante para que en cada jornada se resuelva, no sólo la inmediatez de la coyuntura presente, sino la construcción de condiciones que delinean el futuro.

Sentido que motiva que países arrasados por guerras, desde los escombros surjan como potencias (Japón y Alemania en la historia reciente); que tremendos y seculares odios raciales, se encaminen por la intuición de grandes líderes (apartheid sudafricano), y que empresas al borde de la quiebra definitiva, en poco tiempo logren valorizar sus cotizaciones en varios dígitos (Apple, Continental Airlines).

Los modelos y ejemplos surgen a poco de investigar en la temática.

El mismo S.Sinek, en otro libro: Empieza con el porqué, brinda reflexiones y análisis sobre la insustituible importancia del sentido en el mundo del trabajo. Reflexiones que se pueden sintetizar en una anécdota incluida: Interrogados sobre la misma tarea uno de los obreros se queja agobiado y cansado “levanto paredes todo el día”. A su lado, entusiasta y jovial, su compañero responde: “levanto catedrales para llegar al Cielo”.


Al planteo de fines, medios y valores alineados se lo intenta descalificar como utópico e idealista. Sin embargo sobran contundente e innumerables pruebas que demuestran su eficacia.

No se ha encontrado hasta el momento nada que pueda reemplazar la fuerza vital que otorga para cualquier acción humana encontrarle sentido a lo que se hace.

Anhelando una causa justa se procurarán siempre los medios necesarios.

Los valores, por su parte, son la garantía necesaria para sostener en el tiempo la dirección establecida sin desvíos oportunistas y de corto plazo.


El liderazgo directivo en la empresa debe promover que cada miembro de los distintos equipos descubra y visibilice el propósito de su propio trabajo.

Que estableciendo diversos espacios y reuniones se propongan, consensuadamente, metas a lograr, marcando hitos que reflejen los avances.

Y que con la necesaria participación de cada uno se puedan superar –no sin esfuerzo-las duras etapas.

La tan inesperada y desconocida como interminable crisis sanitaria actual impacta sobre la totalidad de nuestras existencias incluyendo-por supuesto- la faceta laboral, pero no olvidemos que con los mismos ladrillos se pueden construir paredes para levantar catedrales.



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