Jordan, un fracasado
- Carlos Luro
- 27 jul 2023
- 4 Min. de lectura

"He fallado más de 9,000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. Veintiséis veces, se me ha confiado para tomar el tiro ganador y lo he perdido. He fallado una y otra vez en mi vida. Y es por eso que tengo éxito"
Michael J. Jordan
Michael Jeffrey Jordan fue jugador de la NBA entre 1984 y 2003, y durante ese tiempo (interrumpido por su incursión como jugador de beisbol durante la temporada 1994) participó como titular en 179 partidos de playoff en la NBA, con un promedio de 33.4 puntos por partido.
En ese mismo período, obtuvo también 6 premios como MVP (jugador más valioso de la temporada) en las 6 finales de la que participó y ganó, lo que le permitió obtener 6 anillos de campeón, luciendo la mítica camiseta 23 de los Chicago Bulls.
De manera resumida, esto es, ni más ni menos que la historia de un gran fracaso, de alguien que jugó durante 15 temporadas en la liga mas competitiva de básquet profesional del mundo, para lograr apenas 6 títulos y lograr un índice de .487 en los tiros de campo.
¿Como es posible que alguien juegue 15 temporadas para apenas ganar 6 campeonatos?
Esto resulta ciertamente muy simple de explicar si vemos el porcentaje de efectividad de sus tiros de campo, apenas por encima del 48% (es decir que no consiguió anotar en más de la mitad de sus tiros al aro..!!!), por lo que es resulta casi obvio que el resultado global de su campaña como profesional se refleje en un opaco 40% de obtención de campeonatos.
Al fin y al cabo, las estadísticas y los números no mienten. O si…?
¿Cuántas veces tenemos, desde nuestro lugar de lideres y conductores de equipos miradas similares a la que acabamos de describir?
En una entrevista, Manu Ginóbili decía “- No conozco atleta que haya ganado más que lo que perdió..-“ y cita el caso de Jordan, que según esa mirada “perdió” en las 9 temporadas que no salió campeón. Pero lo menciona en un contexto de realidad positiva, donde lo normal es no ganar. En la NBA, en cada temporada participan 30 equipos, pero sólo uno sale campeón.
Lo normal es perder.
Es por eso que en el mundo de las empresas y negocios nos enfrentamos a un camino arduo y difícil de recorrer, donde podríamos pensar que somos exitosos en la medida que tengamos la capacidad para reconocer el fracaso como una oportunidad y un estímulo para desafiar limites, condiciones y circunstancias. Algo que parece simple desde la palabra y la frialdad del teclado de quien escribe esta reflexión.
En el día a día, el vértigo por la necesidad de decidir lleva al líder a decidir obligadamente en soledad, formulando respuestas para cada pregunta o cuestionamientos en forma inmediata y asertiva. Claro que esto tiene su contra cara, porque ese ritmo y esa soledad llevan necesariamente el sesgo de quien escucha su propia voz y los datos duros que refuerzan esa postura y decisión.
Como en la lectura de las estadísticas de Michael Jordan…los datos hablan por si solos, y la decepción y el enojo ponen al líder, y a toda su organización en el incómodo lugar de la frustración que no permite apreciar la verdadera dimensión del esfuerzo y del logro.
¿Es esto posible? ¿Podemos transformar la frustración en una visión positiva?
El líder siempre está demandado. A los ojos de la organización y del equipo que lo acompaña, es quien debe dar las respuestas (aun si no las tuviera..), al tiempo adecuado (entiéndase, cuanto más rápido mejor) y dando certeza sobre lo que está por venir (sus éxitos como líder y empresario así lo demuestran, así que nada mejor que confiar en él). Esa es la regla autoimpuesta que ese líder pragmático y resolutivo debe cumplir a los ojos de la organización y los propios tembién.
Obviamente, no hay receta ni magia que resuelva el dilema del líder, pero sí podemos pensar en plantear algunas reflexiones que ayuden a manejar esa demanda permanente.
· Gestionar la incertidumbre. Dar certezas y respuestas a todo sólo eleva la tensión y la soledad de las decisiones. Reconocer a los equipos y la cercanía con personas claves y hacerlos participar en espacios de debate, análisis y negociación, permitirá transitar el camino hacia las decisiones de manera serena, contando con el aporte de quienes conocen el juego, sus reglas y los resultados que se buscan con la misma claridad que ese líder único. Al fin y al cabo, Jordan era uno entre 5 jugadores, y la franquicia de Chicago Bulls los contenía y les daba la identidad para ser equipo.
· Pensar antes de actuar. En la vida empresaria actual, la inmediatez de coyuntura y los contextos variables exigen una acción rápida. La respuesta rápida, ejecutiva y que pone en marcha las cosas, es en su mayoría, una trampa que nos da tranquilidad por la sensación de movimiento.
En definitiva, sólo resuelve la ansiedad, pero lejos está de favorecer la reflexión profunda é indispensable necesaria para transitar el camino del pensamiento creativo. Retener la incomodidad de la situación no resuelta, facilitará el camino hacia la construcción de soluciones o alternativas de utilidad para la empresa y la organización, mucho más allá de dar una “sensación ejecutiva” a una persona o equipo.
En la vida de las empresas y sus organizaciones, muchas veces el mensaje y la cultura implícitamente hacen referencia al fracaso, a lo que no se logró, o lo que falta para llegar al lugar soñado.
El desafío del líder es transmitir el carácter. Quienes somos, para qué estamos, cuál es nuestro camino, y fundamentalmente, reconocer y ayudar a reconocer lo logrado.
Esa es la pausa que alienta y tiene un valor insustituible.
Porque al final del camino, Jordan ganó las 6 finales que jugó.
No resultó ser tan fracasado, no?