Saber promptearla
- Carlos Luro
- 29 may 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 29 may 2024
Por Shinka Consulting

Cualquiera sea el origen del hombre sobre la tierra es claro que ésta no es un Paraíso y que hay que ganarse el pan.
El trabajo- para poder simplemente alimentarse o disfrutar del más exótico placer- se convirtió en la mayor actividad del hombre por los siglos de los siglos.
Actividad que implicó esfuerzo, transpiración y sacrificios, pero también otorgó bienestar, riqueza, prestigio y éxitos.
Desde cada uno de los más variados trabajos que se fueron desarrollando a lo largo de la historia surgieron capacidades, genios creativos, obras inmortales y fortunas impensadas.
Una condición que no siempre está incluida a los que recibieron gratuitamente el don del talento- para hacer de manera destacada el trabajo que les tocaba hacer- es la virtud de la perseverancia.
Talento para hacer algo y perseverancia para desarrollar ese talento excepcional.
De Messi a Steve Jobs, de Favaloro a Da Vinci, de Charlie García a Henry Ford.
Pero la tecnología nos trajo una sorpresa: La Inteligencia Artificia (IA). El juego cambió.
En Artificial (Sigman y Bilinkis, oct2023) destacan el cambio y advierten sobre un riesgo inédito: Cada vez estamos más cerca a que el talento (otrora un don excepcional) se convierta en una variable pasible de ser sustituida por un asertivo “prompt”.
¿Qué es un prompt? La instrucción o el conjunto de instrucciones, preguntas o frases, en forma de audio y/o texto, que se introduce en un LLM (Large Language Model) para que genere una respuesta (Artificial, Glosario pág.224).
Con lo cual – y aquí aparece el riesgo- se “comoditizan las capacidades”.
Si esto no es un cambio, ¿el cambio dónde está?
Ahora ya no es tan necesario ese talento excepcional ni la perseverancia para desarrollarlo. Por el contrario, con perfeccionarse en la elaboración del prompt, bastaría para alcanzar capacidades excepcionales con la complicidad de la IA cada vez más dominante.
Parecería que la IA es un contrasentido que se opone a quienes fueron favorecidos en el reparto de dones.
Esto produce un vuelco de imprevisibles consecuencias en el mercado laboral y por ende en el desenvolvimiento de las empresas.
Sigman y Bilinkis, reflexionan que la abundancia de capacidades y talentos- promovidos por la creciente influencia de la IA y sus amplias posibilidades de utilización- bajará inexorablemente el valor de mercado para esos atributos (capacidad y talento). Bajo esta perspectiva, El talento es hoy un commodity que la IA generaliza y abarata, pero con resultados más rápidos y mejores. A gran escala y cada vez mejor (dada la capacidad de autoaprendizaje de la IA). Perfección uniformizada industrialmente, pero sin el carácter de la imperfección made a mano.
Y llegados a este punto se nos presenta otra variable. Si se puede hacer, la IA (al menos hasta el momento), no discrimina si está bien o mal hacerlo. No tiene ética ni valores (salvo algunas livianas “respuestas” políticamente correctas). Si se puede hacer se hace. Es pragmatismo en estado puro. Con razón hay tanta resistencia en aceptar todo lo que la IA involucra. Desde argumentaciones morales a conveniencia económica.
Lo más probable entonces, ante este nuevo escenario, es que las organizaciones deban profundizar su rol educativo en sentido amplio. Ya no bastará con las capacitaciones y formación técnica de los colaboradores. Ahora habrá que profundizar en la coherencia entre el decir y el hacer. En las políticas internas, en la adhesión a lo que se proclama como valores y culturas de gestión. Las empresas deberán ser cada vez más centros de educación y ámbitos donde la comunidad de personas que las conforman tenga ideales en común y formas consensuadas de llevarlos a la práctica…y por supuesto generar ganancias para garantizar su sostenibilidad en el tiempo.
Quizás también se valoricen aún más el ojo experto y los consejos de quienes conocen el paño por su propia trayectoria exitosa.
Es decir, se presenta un nuevo e inexplorado camino para descubrir. Un desafío con destino incierto. Si hay un conocimiento adquirido, la prueba a superar es la de encontrar motivación e inspiración para las nuevas generaciones de las organizaciones, que hoy buscan la motivación y permanencia sólo si reconocen en “el trabajo” un proyecto que sea afin a su búsqueda personal y profesional. En otras palabras, desarrollar y ofrecer una cartera de ofertas laborales con estilos y formas adecuadas a los gustos, preferencias y convicciones para facilitar su aceptación.
Si en los trabajos más “intelectuales” la IA ya está avanzando a impresionante velocidad no nos debería extrañar que también presenciemos como cada vez se agreguen nuevas áreas. Por ejemplo, los robots industriales o de cocina, los diagnósticos médicos y otras múltiples y variadas actividades y trabajos. Y por qué no tareas que recién comienzan a vislumbrarse como pueden ser desde choferes cibernético hasta los rudimentarios excavadores de zanjas.
La IA va aprendiendo cómo ocupar espacios impensados.
Pero por ahora el conocimiento humano parece insustituible.
Como cuándo el Dibu le recomendó a Dybala- en un premonitorio prompt futbolero- durante la serie de penales de la final:
“- Está nervioso y se mueve, Patéale al medio y abajo -”… ¡y fuimos campeones mundiales!.
Eso es ¨saber promptearla", tenía claro lo que le decía....