Ahora es así...
- Gerardo Semenzato
- 22 dic 2022
- 4 Min. de lectura
Por Gerardo Semenzato y Carlos Luro para Shinka Consulting

La frase entre quejosa y nostálgica no deja de ser descriptiva de un hecho que se repite desde que el mundo es mundo.
“Una raza disoluta por las bajas pasiones, destruida por una autoindulgencia incontrolada, rechinante y femenina en su pensamiento, rayana en la cobardía, partícipe de todo tipo de canalladas, envilecida, servil a cambio de seguridad. Esa es la vida de la presente generación.”
Damasio, Escuela de Platón, siglo V citado por J.O´Donnell, La ruina del Imperio Romano.
¿Qué tal?
Quien hoy exprese una opinión similar, sin dudas generará las reacciones más disimiles que podamos imaginar, desde fervientes adherencias hasta marchas de repudio, pasando por reyertas varias y hasta irónicos cantos tribuneros de dudosa voluntad conciliadora.
Pero el hecho reiterado y constatado hasta el cansancio es que cada generación es indefectiblemente escrutada, cuestionada y criticada por la generación precedente por no respetar el “siempre se hizo así”…aun a sabiendas que no es posible que todo permanezca estático, congelado e inmutable.
Abunda la literatura donde pensadores y especialistas nos alertan y advierten que el mundo empresarial y la gestión de negocios no puede abstraerse de las profundas modificaciones que la sociedad en su conjunto va produciendo. Son parte de un ecosistema social y económico, donde los cambios sociales van marcando el ritmo de evolución tanto de negocios cómo de empresa.
Las nuevas pautas culturales, sociológicas y de interpretación de la realidad van permeando en todas las costumbres, hábitos y cultura de las organizaciones, creando nuevos entornos, y fundamentalmente, nuevas necesidades en términos de capacidades individuales y organizacionales.
La pandemia global del 2020 indudablemente aceleró lo que se estaba gestando, y dónde se hizo realidad a una velocidad inusitada, la irrupción de la tecnología y los entornos digitales, que finalmente desembarcarían en los hábitos laborales.
¿O no planeamos y adquirimos nuestros viajes, hospedajes, comidas y espectáculos sin levantarnos de la silla? ¿Acaso las transacciones financieras globales e individuales se realizan trasladando pesados bolsones o cofres con monedas de oro? ¿No recibimos nuestros diagnósticos y terapias adecuadas sin abandonar el sillón del living? ¿ No observamos en detalle y desde distintos ángulos las jugadas en las que el VAR posterga angustiosamente el grito de gol?.
Todo ha cambiado.” Ahora es así, ya no es como antes” no tiene por qué ser una visión negativa cuando constatamos que nuestros hábitos laborales se han irreversiblemente modificados.
Porque las empresas también han cambiado. De las que operan materias primas hasta las que diseñan la inteligencia artificial ninguna empresa permanece congelada en el pasado, a menos que voluntariamente decrete su propio camino de auto extinción.Como tampoco permanecen inalterables las personas que las integran y la manera en que se hacen las cosas.
La diversidad, la inclusión, la cancelación, las grietas y debates son las denominaciones del momento para describir los cambios que siempre han acompañado al hombre desde que salió de la cueva para procurarse el almuerzo.
Peter Drucker, brillante pensador y orientador del management empresarial advertía que "la cultura se come a la mejor estrategia". Es decir que si no preparamos a nuestros equipos para enfrentar permanentemente nuevos y cambiantes contextos, si no insuflamos en nuestras empresas esa creatividad y audacia imprescindible, si no combatimos como un virus nocivo la malsana tendencia al acomodo burocrático la empresa mutará más a recuerdo que a proyecto.
La mejor estrategia y los más sólidos procesos siempre estarán ejecutados por personas. Apoyados en una cada vez más precisa tecnología.
La cultura empresarial debe promover la iniciativa, la innovación, la agilidad en la toma decisiones y la atenta mirada a la realidad circundante para no terminar digerida y descartada en detrito por la voracidad de la competencia.
Y cómo podemos ordenar nuestras prioridades, para dar una respuesta a tiempo, que nos permita mantener esa “inercia de cambio”, sin afectar el desarrollo de la operación diaria y al mismo tiempo, generar condiciones para gestionar este cambio?
He aquí una posible hoja de ruta, no libre de esfuerzo ni tropiezos, que invitamos a recorrer:
1. Identificar Roles
Es necesario que la organización y el negocio sean revisados bajo la perspectiva de un nuevo enfoque. Revisar e identificar nuestro propósito como empresa, facilitará el proceso de identificación de los roles y responsabilidades en la organización que sustentarán esa nueva visión.
2. Establecer Pilares
Visualizar los pilares sobre los cuales se apalancará la gestión, permite identificar tanto desde donde partimos como hacia donde vamos, pero también ayuda a visualizar cuales son los factores sobre los cuales tendremos que hacer foco para gestionar el proceso de cambio
3. Evaluar brechas
Desde cada factor identificado, es fundamental poder evaluar la brecha que tenemos, teniendo en cuenta las necesidades y demandas del entorno de negocio
Evaluar nuestra situación desde la perspectiva (Que estamos haciendo versus que necesitamos) de:
· Procesos
· Innovación
· Organización
Esta evaluación nos permitirá identificar aquellos puntos a ser abordados, ya en perspectiva de largo plazo, y trazar una hoja de ruta que establezca etapas, puntos críticos y variables críticas que permitirán conducir a la empresa y la organización por el camino de la transformación cultural.
La cultura de cada empresa debe ser el campo de siembra de nuevos hábitos y nuevas estrategias que imaginen el futuro y que audazmente vayan construyendo condiciones para que lo soñado se concrete en realidades tangibles.
Ahora es así. Siempre lo fue.