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El balde en la cabeza

  • Foto del escritor: Carlos Luro
    Carlos Luro
  • 2 nov 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 25 feb 2023



Los memoriosos del futbol recuerdan aquella delantera boquense en dónde se destacaban el muy habilidoso Angelito Rojas – “que gambeteaba sobre una baldosa”; el potente centro delantero Alfredo Rojas, “el tanque imparable” y el Pocho Pianetti, un veloz puntero que normalmente desbordaba a los defensores por su velocidad.

Al Pocho, tanto la hinchada propia como la rival le pedían: “sacate el balde”.

Los rivales para mofarse y los boquenses para sacar más provecho de su velocidad y desmarque.

La alusión al balde se fundamentaba en que por bajar la cabeza y arrancar velozmente, muchas veces su impetuosidad y voluntarismo le impedía tener un panorama más amplio de la distribución del equipo en la cancha y aprovechar mejor así los espacios para hacer más efectivos los ataques.

Por el contrario, en la final de la última Copa América, el equipo argentino campeón logró imponerse por una jugada donde “el fideo DiMaría”, emprendió la carrera a toda velocidad y luego de recibir un pase de precisión quirúrgica, levantó la cabeza, y con la misma celeridad mental relevó todo el contexto: hueco en la defensa, arquero adelantado y la pelota con parábola adecuada para impulsarla suavemente con un toque de guerrero ninja practicando ballet. Golazo y a cobrar.


En distintas circunstancias de trabajo nos encontramos muchas veces con personas que a pesar del mucho empeño y esfuerzo personal no logran plasmar en resultados concretos todas las iniciativas y acciones que realizan con intensidad. No logran “levantar la cabeza y sacarse el balde”, o lo que es lo mismo salir del silo y/o escritorio individual y relevar todo el panorama.

Contextualizar la realidad.

“Shikumi” definen los japoneses a la capacidad y hábito de buscar una mirada amplía, panorámica y realista.

Al hábito de practicar una observación objetiva y con suficientes detalles que ayuden a sacar conclusiones lo más acertadas posible.

Shikumi para referenciar - por ejemplo-, la situación particular de nuestra empresa, el negocio al que se dedica, las tendencias actuales y esperables del mercado, la evolución macroeconómica, las expectativas sociales, los movimientos de potenciales competidores en el ámbito local, regional e internacional, etc.etc.

En resumen observar, entender y atender las variables críticas del contexto particular y que cada negocio exige.


Los directivos y gerentes al promover y establecer espacios, hábitos y tiempos para ejercitar la práctica constantes del análisis contextualizado, en tiempo y espacio de cada realidad, van creando mejores condiciones para el futuro desempeño de la empresa.

Apelando no sólo a la confianza en el desborde por velocidad y esfuerzo individual, sino y quizás lo más importante, a unificar al equipo en una visión común con expectativas estratégicas de “campeonar”.


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