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Dónde anida la esperanza

  • Foto del escritor: Gerardo Semenzato
    Gerardo Semenzato
  • 30 abr 2021
  • 2 Min. de lectura



“La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos.

Gracias a éste artilugio logramos sobrellevar el pasado”

G.García Marquez, El amor en los tiempos de cólera


Nuestra memoria es selectiva. Tendemos naturalmente a borrar lo que nos incomoda y realzar lo que nos gratifica.

Ni recordamos el nombre de la rubiecita que rechazó nuestra invitación quinceañera, pero el pez atrapado casualmente aquel mismo verano fue con los años requiriendo, para su captura, esfuerzos similares a la caza de Moby Dick.


Celebramos la genialidad de las decisiones tomadas que fueron éxitos de ventas pero se procura ocultar las pérdidas ocasionadas a la empresa por irreflexivos impulsos.

La objetividad de la información y de los datos del pasado es una valiosa y primordial fuente de conocimientos- que siempre debe documentarse- para acumular experiencias y no reiterar errores.

Pero…nunca la historia se repite de la misma manera. Las empresas atraviesan sucesivas crisis-que aunque parezcan similares- varían por las modificaciones del contexto.

Contextos que es imposible que permanezcan estables e inmodificables.

El equipo gerencial y directivo de cada empresa debe permanecer siempre alerta observando el radar, procurando así no ser sorprendido, en demasía, por los cambios no previstos.

Si los cambios previsibles sabemos que implican esfuerzos para ejecutarlos, para qué quejarse entonces, con los imprevisibles que seguramente se presentarán.

Por lo tanto los líderes deben mantener la cabeza fría manteniendo la dirección establecida, pero contagiando toda la pasión al resto del equipo para ser creativos y flexibles en esas acciones de corto plazo que se requieren en los momentos de urgencias.

Es responsabilidad de los lideres amalgamar equipos que desde visiones diferentes alcancen consensos. Que faciliten los cambios sin oponer resistencias toxicas que terminan poniendo en riesgo la sustentabilidad de la empresa


A los acontecimientos imprevisibles se le suma ahora la velocidad con qué aparecen, la secuencia de los mismos y una no menos importante característica de la época actual: la modificación de los parámetros de las costumbres sociales, de los hábitos laborales y de las expectativas personales.

Una combinación que convierte a la conducción empresaria en un deporte de alto riesgo.

Los deportes de alto riesgo tienen el atractivo de la superación personal, enfrentando imprevistos desafíos que nos obligan a redoblar esfuerzos, a elevar siempre la vara del rendimiento esperado y conquistar metas que pueden ser premiadas con inusuales recompensas.

Para superar ciertas circunstancias inverosímiles no sirven los proyectos conocidos. Se deben concebir proyectos no ensayados.

Proyectos que se pueden tomar como el corolario final de un ciclo o como el nacimiento de una nueva era.

Redactar resignado un obituario o adherir activamente a la reflexión del pensador Gabriel Marcel frente a una embarazada: “En ti anida la esperanza”.

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