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Equilibrio y armonía

  • Shinka Consulting
  • 13 abr 2019
  • 3 Min. de lectura

artículo 2

En el artículo anterior (click aquí para ir al artículo N°1) se mencionó la creciente importancia que una adecuada gestión y un determinado estilo de management tienen para facilitar la necesaria evolución de las empresas.


No existen contextos ni situaciones inmodificables.


Lo que pudo ser eficiente y beneficioso para un momento de la vida de la empresa puede no serlo para otro período.

Por eso- tanto en la tarea individual como en los procesos generales- continuar aferrados a un sistema ordenado de actividades, utilizando y consumiendo recursos, cumpliendo con un programa, con la perseverancia del gusano horadando la manzana, no siempre es garantía de alcanzar los mejores resultados.

La concentración en la propia actividad sin contemplar y conocer el resto de la organización, limitado al cumplimiento de una secuencia de tareas, va minando con el tiempo la motivación y precipita hacia el hastío y a la queja ante los mínimos y diferentes inconvenientes que siempre presenta cualquier labor.

Quien trabaja ensimismado en “su propio metro cuadrado”- cualquiera sea la actividad en que se ocupa- sin ser consciente del proceso, al que contribuye dentro de una organización con su trabajo, desconociendo la situación relativa de la empresa en una industria o sector y pretendiendo ignorar el contexto exterior, no puede encontrar ninguna otra motivación más que el llegar al fin de la jornada lo más rápido posible.

Sin guía, desalentado y quejoso.

De la misma manera esforzarse en procura de cumplir con el trabajo del día, buscando una solución para el momento, vivir “atajando penales”, y afanarse en mejorar la técnica de ataje sin investigar por qué se suceden “los penales,” es causa segura de extrema tensión, estrés y agotamiento laboral.

Quedar quemado mentalmente…y probablemente sin resolver las causas de los problemas.

Incipiente corrosión

Estos dos hechos, fácilmente constatables: el aislamiento y el agobio cotidiano forman parte de una realidad, que lamentablemente, está vigente en muchas empresas.

Si bien es ilusorio pretender estar librado de imponderables presentes y futuros y permanecer inmunes a cualquier cambio de variables, se puede combatir exitosamente a estos dos hechos que pueden considerarse como verdaderamente corrosivos para las empresas.

Una de las primeras consecuencias del aislamiento y el agobio cotidiano, resultado de la malsana costumbre del trabajo individual, aislado y sin mirar más allá, como intentando comprender la realidad atisbando por el ojo de una cerradura, es la dificultad en vislumbrar un fenómeno creciente y que conlleva múltiples consecuencias no previstas.

Van creciendo impedimentos que obstaculizan advertir el fenómeno de los variados cambios que provoca la tecnología y su velocidad de aplicación.

Tornado tecnológico

A lo largo de la historia la evolución del conocimiento tecnológica y su aplicación práctica siempre han modificado las técnicas con que se hacen determinadas tareas. A estos cambios- casi siempre positivos- se le agregó ahora otra característica acaso más influyente: la velocidad con qué la tecnología encuentra, en forma cada vez más inmediata, su aplicación práctica, accesible y con una ecuación económica imperiosamente dominante.

La velocidad, ahora exponencial, modifica de raíz los fundamentos de las más diversas industrias e incluso arraigados formatos de negocios.

La velocidad es tal que apenas es posible dominar una tecnología cuando ya otra versión más veloz, eficiente y barata la supera en una sucesión constante de saltos innovadores. Los ejemplos los podemos contemplar en casi cualquier actividad: desde la telefonía, a la transmisión de datos, desde las finanzas a la industria aeroespacial, desde las automotrices al diagnóstico y terapia medicinal.

La previsión del futuro

La doble acepción del término previsión- ver anticipadamente y prepararse para resistir un probable impacto- no es un hecho azaroso o que deba ser mágicamente invocado.

Por el contrario es una actitud racional e inteligente de anticipación que poco tiene que ver con la suerte o la improvisación.

Adoptando un adecuado estilo de gestión y políticas coherentes es posible crear condiciones que alivien el presente, creando condiciones que permiten soportar chubascos momentáneos y que faciliten que la empresa pueda, de manera sostenible, continuar avanzando hacia el futuro.

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