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¡Me corrieron el arco!

  • Shinka Consulting
  • 15 mar 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 8 jun 2023

“Dicen que siempre que llovió, paró. Pero a mí nunca me para de llover..."

- Diego A. Maradona, 1994 -



Por Gerardo Semenzato, para Shinka Consulting


Luego de un minucioso recorrido de proa a popa el capitán sir Ernest Schackleton concluyó que su noble navío Endurance no soportaría por mucho tiempo más la incontenible presión de los hielos que desde diciembre, ya más de dos meses, atrapaban su casco deformando las cuadernas.

Su objetivo inicial-ser el primer expedicionario en cruzar la Antártida a pie- debía modificarse. Ahora era necesario salvar la vida de todos los miembros de su tripulación.

Un grupo instaló un campamento provisorio sobre el glaciar helado y una experimentada dotación de sólo cinco hombres bajo su mando, y a bordo de una pequeña chalupa, navegó en busca de auxilio hacia la base más cercana a 800 millas náuticas.


¡Y lo logró a pesar de que el clima le corrió el arco!

El equipo, de común acuerdo resolvió, que un par de ellos debía partir en dirección oeste a través de las montañas, procurando encontrar alguna ayuda humana que los rescatara.

El resto continuaría esperando a que siguieran buscando los restos del avión en la inmensidad del paisaje de la cordillera.

El objetivo inicial festivo, jugar un partido de rugby con un equipo amigo, había cambiado accidentalmente y la tragedia de los Andes se convirtió en hazaña.


¡El arco había cambiado dramáticamente de lugar!

La prevista condena anticipada en un juicio falaz le significó veintisiete años de cárcel en la célebre prisión de Robben Island.

Su objetivo inicial fue desafiar el status quo de la sociedad Sudafricana, impulsando sus ideas sobre la igualdad de derechos de las razas, pero debió cambiarlo por otro objetivo no deseado: sobrevivir sin claudicar.

Nelson Mandela tuvo que sufrir por largo tiempo la arbitrariedad que le cambió injustamente el arco de lugar.


Pero siguió!

La adversidad, expresada en la derrota, destrucción o brutal modificación de la situación inicial es impiadosa. No hay queja o reclamo que logre amainar sus catastróficas consecuencias.

Los que practican deportes lo saben. Nunca el viento atraviesa de la misma manera a la cancha de golf, la secuencia de las olas no se repite de una navegación a otra, la pelota no rebota siempre en el área chica luego de pegar en el travesaño… a veces entra; el largo de los brazos del ocasional oponente contra el que boxeamos no siempre es igual, ni su agilidad ni habilidad….el nocaut ni se ve venir.

En el mundo empresarial las ventajas y oportunidades que se presentaron por anticiparse a cambio de mercados, restricciones regulatorias o innovaciones tecnológicas no duran para siempre.

Aquello que en algún momento nos benefició permitiendo alcanzar márgenes de ganancias inusitados puede, en la dinámica de la cambiante realidad, modificarse totalmente. Paulatina o aceleradamente.

De nada sirve quejarse. El cambio es una condición constante de la realidad.

La queja precipita el derrame de energía, el malhumor creciente no disminuye el peligro inminente, la generalizada autoexculpación no logra liberarnos de la responsabilidad.

La adversidad puede ser una prodigiosa escuela de carácter. Es posible enfrentarla con liderazgo, con valentía y procurando evolucionar, “adueñándose de su presente y anhelando ganar el futuro”.

Santiago Álvarez de Mon Pan de Soraluce, el notoriamente largo nombre del autor de un libro breve pero conciso: Desde la Adversidad, señala diversas fases con las cuales se atraviesan los peores momentos:


  • Incertidumbre

  • Negación

  • Miedo

  • Negociación ( empezar a admitir la nueva realidad)

  • Carácter ( para enfrentar el nuevo desafío)

  • Liderazgo y acción (encontrar un nuevo sentido).


Se puede salir adelante. Aunque el contexto y el tiempo cambiaron radicalmente los objetivos estratégicos, no todo está perdido.

Un empresario debe considerar que las condiciones inusuales no siempre son eternas.

Reposicionarse, considerar un nuevo objetivo personal y empresarial. Analizar el contexto, reflexionar con el equipo gerencial las salidas posibles. Planear alternativas. Ejecutar acciones correctivas. Evaluar resultados. Salir de la inercia.


Se puede. Luego de quejarnos y enojarnos, no queda otra, se trata de... ¡Buscar el otro arco!.

Publicación original 15/03/2018

Curado por Carlos Luro

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