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ma´...parla!

  • Shinka Consulting
  • 20 nov 2017
  • 3 Min. de lectura

Innovación creativa: una equilibrada simbiosis de arte y ciencia.

Sobre los grandes genios creativos, que han trascendido a lo largo de la historia, siempre se acumulan anécdotas y relatos que hacen aún más grandes sus figuras.

Cuándo a Miguel Ángel le preguntaron cómo podía de un gigantesco y burdo bloque de mármol esculpir una maravillosa estatua como el David respondió: “Simplemente quito lo que sobra”.

Dejando de lado la ironía o humildad de la frase, en la respuesta se esconde una realidad: en el mismo elemento se encuentra la posible perfección de la obra. Simplemente hay que buscarla.

En todo proceso de “producción” empresarial (planeamiento, logístico, fabril, administrativo, comercial, etc.) la observación detallada del mismo permitirá hacerlo mejor, más económico y simple.

Hay que buscarlo, resolverlo creativamente y “simplemente quitar lo que sobra”.

Sin embargo, en la lógica empresaria, no se puede dejar librada a una inspiración genial, a una iluminación espontánea, a un “inside” intuitivo o a un toque mágico, la búsqueda de la mejor solución innovadora que permita exclamar: “¡Eureka!”.

“Innovación no es invención. Es un tema más de economía que de tecnología”. Peter Drucker

La búsqueda de la solución a un problema o al mejoramiento de un proceso, simplificándolo, es un desarrollo que pretende llegar a más por menos. Es encontrar el resultado más adecuado y mejor con el menor esfuerzo y costo posible. Es llegar a un lugar desde donde viendo el problema en su conjunto concluimos que la solución encontrada era lo más obvio. Pero no es tan sencillo.

La innovación creativa, la búsqueda permanente de mejora continua, el sistemático y perseverante –casi obsesivo- esfuerzo por mejorar y perfeccionar es una disciplina que tiene más de constancia, arduo trabajo y ansia de superación que de impulso efímero e impulsivo.

La misma etimología de la palabra perfección es orientadora. Significa ir a lo profundo, perforar, ir a lo acabado, al fin. No es posible llegar a esto sin esfuerzo.” Esperando una visita de dioses o musas inspiradoras” (Como dice Serrat).

La creatividad innovadora no es un don sobrenatural, un talento místico de artistas descolgados de la realidad. Ni tampoco la creatividad innovadora puede ser considerada algo con “etérea levedad” desvinculado de la dureza y los límites claros y precisos que impone la supervivencia y la evolución del mundo empresarial.

Como cada vez los trabajos son más complejos, en mercados más competitivos, con crecientes requerimientos de especialización, muchos más inestables, con metas más desafiantes a alcanzar en plazos más exiguos y con cambios que se aceleran permanentemente, no se puede concebir- a la innovación creativa y a la evolución que mejora- como algo librado a la suerte ocasional o la irrupción de un talento oculto en la nómina del personal de la empresa. Encontrar un disruptivo Messi con infinitas destrezas, extra futbolísticas, y orientadas al management corporativo.

Todo lo contrario. Se exige empeño y exploración.

Empeño para saber dónde crear y exploración para resolver cómo crear.Evitar la conformidad y la aceptación pasiva de rutinas o ritos impuestos por la costumbre y la mediocridad. Salir de la respuesta impulsiva y reactiva. Escaparle a la burocratización paralizante que desanima y agota.

Matthew May, en un muy interesante libro, “Toyota, la formula de la innovación”, desmitifica la innovación creativa como un resultado de mentes superdotadas y extra talentosas. Por el contrario describe detalladamente como siguiendo un método analítico, consecuente, organizado y sistemático la innovación creativa es imprescindible para la necesaria evolución de las empresas.

Destaca también que la innovación creativa requiere salir de la inmediatez y el corto plazo impulsivo y exige visión de largo plazo y persistencia como hábito a desarrollar.

La búsqueda de la mejor solución, de la mejora continua, de la innovación creativa, combina en partes iguales la intuición y el tesonero trajín del artista y el científico. Es un arte lleno de ciencia y una ciencia llena de arte.

Tanto el artista como el científico enfrentan obstáculos, dificultades y desilusiones. Pero las vencen con tesón y fuerza interior. Encontrándole sentido a la propia tarea. Haciendo como Miguel Ángel que estudiaba en profundidad cada proceso y cada problema. Analizarlo, reflexionarlo, madurarlo y rumiarlo. Comprometerse y enamorarse de cada trabajo sintiéndolo como propio…pero sin pretender darle vida golpeándole la rodilla: “¡Má…parla!”

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