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¡ Vamos "pelado"usted puede!

  • Shinka Consulting
  • 25 ago 2019
  • 3 Min. de lectura

El factor determinante de la madurez personal en el plan de carrera en una empresa.

En los días previos y durante el Mundial de fútbol juvenil en Japón de 1979, el director técnico Menotti protagonizó una serie de breves spots que se transmitían por la televisión abierta.Sobre diversas imágenes de los entrenamientos del equipo se escuchaba la voz del DT dando instrucciones y alentando a cada uno de los jugadores.

“¡Vamos pelado usted puede!”, una de sus motivadoras arengas, se popularizó luego qué, Ramón “el pelado” Diaz, fue el goleador del certamen que finalmente ganó el equipo argentino.

Menotti la acertó y la frase se escuchaba no sólo en las canchitas de fútbol sino también en talleres, fábricas, oficinas, etc.

Dada la repercusión popular podría agregarse al renombrado DT a la interminable lista de autores de libros de autoayuda, videos motivacionales, reflexiones sobre la posibilidad de la autosuperación, reingenierías de uno mismo, meditación profunda o “mantra zen” para mejorar el desempeño racional y/o emocional y por ende el laboral.

Pero lo más probable es que el éxito de Menotti y sus frases se apoyaban- al igual que otros grandes líderes - en descubrir las posibilidades reales que tienen los destinatarios de las mismas.

De ahí el acierto.

. En el ámbito empresarial, dentro del área de los recursos humanos, estuvo de moda hasta hace un tiempo el denominado plan de carrera. Planes que muchas veces pecan de un mismo defecto de origen: ser un recitado de buenas intenciones, idealizaciones futuristas o frágiles expresiones voluntaristas más que en concepciones sólidamente apoyadas en la pura realidad…dura, pero realidad al fin.

Si se concibe un plan de carrera que sea más ideal que verdadero y real, falsamente entusiasta en lugar de sabiamente prudente, es probable que el resultado, a la larga o a la corta, sea una sensación de fracaso y frustración tanto para el directivo como para el empleado.

Sentirse defraudado es consecuencia de una acción derivada de una falsa expectativa.

De una falsa apreciación de lo verdadero. Equívoco inconsciente o malintencionado. Da lo mismo, es un error u engaño por no haber justipreciado acertadamente lo verdadero y real. Realidad que abarca no sólo las dotes y el esfuerzo individual de cada empleado -a la que se le prometió un futuro “dorado”- sino también a las necesarias adecuaciones a cada cambio impensado de contexto y que exige flexibilidad y adaptación de la persona.

La verdad sobre las cosas es la adecuación inteligente de la mente a la realidad de cada momento. Tanto el empleador como el empleado deben realizar el mayor esfuerzo conjunto para no caer en mutuos engaños.

El blogero neoyorquino Mark Manson , en un curioso libro citado en un artículo de Nicolás Artussi (*) Chicos, no intenten esto en sus casas, Revista La Nación, Domingo 28 de julio, 2019, afirma que a pesar de todas las buenas intenciones, deseos y anhelos no todos podemos triunfar ni ser exitosos en la vida. Por más que lo intentemos no todos pueden alcanzar la misma cima.

“En su diatriba contra el positivismo terco o la tenaz revolución de la alegría, se vuelve revulsivo. Afirma que los consejos inspiradores en realidad se centran en lo que carecemos y que no todos estamos hechos para ser extraordinarios”.

No todos están dotados de envidiables virtudes, destrezas, perseverancia, belleza, inteligencia, simpatía, intuición, genialidad o creatividad connatural. Pero por otra parte, todas las personas tienen características, dones y virtudes que creando determinadas condiciones pueden aflorar y desplegarse permitiendo no solo el crecimiento del empleado sino también la mejora del rendimiento de toda una organización.

En el desarrollo de toda carrera laboral se entremezclan en variadas dosis el esfuerzo personal, las mutuas expectativas de empleador y empleado, la perseverancia, el foco en los temas, la disciplina, el sentido que trasciende la dificultad del momento, la propensión al diálogo, el respeto a las variadas opiniones basadas en honestos puntos de vistas, que pueden ser diferentes, y en algo inmodificable que impone la realidad: la madurez personal y el valor inmutable del vector tiempo.

Sumado al esfuerzo individual que cada protagonista del plan de carrera deba realizar, también se presenta- en simultáneo- un interesante desafío para el empleador.

¿Está nuestra organización preparada para el desarrollo de los colaboradores promoviendo la vocación educadora que todo directivo debe cultivar?

¿Estamos decididos a destinar recursos, tiempo, dinero en hacer crecer a las personas en las que descubrimos talentos?

Detectar las posibilidades y obtener el máximo potencial de rendimiento de cada uno, mediante el adecuado desarrollo y el despliegue de virtudes y destrezas, más allá de los límites, se resume en: “¡vamos pelado usted puede!”

. Más que un falsamente determinista plan de carreras, esbozado sobre un papel etéreo, hay que fundamentar la promoción y el desarrollo laboral en las posibilidades reales y concretas que cada persona posee y que desenvuelve en las diversas etapas de su desempeño laboral.

Cómo decían nuestras abuelas: el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Los planes de carrera semejan adoquines.

Mientras tanto, el Cielo puede esperar.

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