Los Quemados

"No tengo miedo a la acción de los malos sino al cansancio de los buenos" Pio XII

Hay un límite tenue y difuso entre el desánimo, la apatía, el agotamiento laboral y la depresión personal.

Algunas reflexiones de Viktor Frankl -creador de la Logoterapia- pueden ayudar a superar las crisis.

Si algo caracteriza al momento actual es que la solidez inmóvil de viejos paradigmas se terminó. Tanto en lo familiar como en lo social y político. Y que por supuesto se expresa también en la irregular marcha de la economía y en el volátil mundo del trabajo. Por otra parte la sucesión incesante de noticias, atentados, calentamiento global, huracanes o terremotos, jet set, exhibición de inalcanzables opulencias e infinitas opciones de consumo -que internet y la conectividad permanente brindan en todo momento- acentúan la sensación vertiginosa de “surfear” la realidad y vivir la frenética intemperancia del mundo posmoderno.

El desaliento profesional, la tensión emocional, la angustia vivencial y el quiebre por desgaste es un síndrome que crece de año en año y se incrementa la lista de profesiones vulnerables.

El límite entre el agotamiento laboral y la profunda crisis existencial es tenue y poroso entre quienes viven como “en un tenue surrealismo, hibridez desencantada, entre realidad y vacío”.

“No doy más, estoy quemado”; Game over, Burn out!.

La constelación de frases quejosas que se reiteran hasta el cansancio, contra el entorno y las personas -contra la realidad-, revelan un profundo malestar, agotamiento y desánimo. Físico y espiritual.

La sabiduría del viejo refrán sobre “el camino al infierno empedrado de buenas intenciones” aplica perfectamente, en la actualidad; No solamente a quienes se esfuerzan lealmente y acaparan tareas en los trabajos y profesiones rentadas sino también a quienes con altruismo, entusiasmo y generosidad colaboran como voluntarios, realizando la infinidad de actividades que las emergencias sociales o humanitarias reclaman, en la convulsionada época que vivimos.

En su libro El cansancio de los buenos, el psiquiatra Roberto Almada -seguidor de la escuela de Logoterapia, creada por Viktor Frankl- hace una detallada descripción de los síntomas de éste verdadero mal de época: el denominado Burn out.

Hay dos componentes principales causales del burn out: el ambiente y la persona.

La misma persona transita, a veces en forma dolorosa, las exigencias impuestas por un acelerado tiempo fragmentado y la creciente dificultad de decidir entre múltiples posibilidades que se le presentan, lo que genera una angustiante sensación de abismo y de vacío existencial.

Almada propone dos caminos preventivos enfocados en ambas realidades: el trabajo y la persona. Buscando una imprescindible armonía e integración que oriente el sentido existencial y laboral en forma unificada.

• Mundo laboral

Considerando qué, según los expertos, una organización empresarial fuerte y que opere comunitariamente es uno de los mejores antídotos contra el desgaste emocional y laboral, promueve una activa interacción entre los líderes y los equipos.

La etimología del término liderar y/o líder, desde su raíz latina (lidear), es esclarecedora. Líder es quién se opone a todo aquello que no conduzca a los objetivos prefijados. Quién marca siempre el camino. A pesar de los obstáculos y las dificultades. En su versión anglosajona leader significa guiar. El guía que conoce el camino y en quién todos confían para llegar a destino.

Tanto en una como en otra acepción un buen líder actúa simultánea y activamente, tanto como un jardinero que poda y quita lo que no sirve, protegiendo al cultivo, como un guía que conduce evitando la desorientación y el extravío. Debe hacerlo con humildad y con una cierta dosis de generosidad. El verdadero líder no polariza sino que acerca, une, integra, armoniza, reúne.

El líder integra al grupo para fijar mancomunadamente objetivos realistas y consensuados. Planifica las acciones y el tiempo adecuado para concretarlas y contribuye en la reflexión sobre lo actuado.

• Mundo personal

Almada en su libro parte y encuentra caminos de consuelo y recuperación desde la tragedia vivida por Viktor Frankl, quien no sólo sobrevivió a las infrahumanas condiciones de un campo de concentración nazi y a la muerte de su esposa y amigos en el mismo.

Frankl logró, desde esa experiencia, reflexionar sobre el sentido de la vida y la resilencia de la persona. “Di si a la vida a pesar de todo y espera atentamente. En algún momento la vida, Dios, las circunstancias o tu propia voz interior te devolverán un si victorioso”.

Frankl recomendaba concentrarse en el momento presente y tomar real conciencia de lo que puede hacerse y, en la medida de lo posible, hacerlo. Siempre es posible realizar algo positivo en cualquier lugar, en cualquier momento. No ponerse metas que dependan de condicionantes y eventos externos. El futuro y el sentido de la propia vida siempre está en el interior de cada uno.

“Quién conoce el porqué de su existencia podrá soportar casi cualquier cómo”. A pesar de las peores sensaciones de un tiempo presente, de un tiempo de angustia, desilusión y derrota, de un tiempo de burn out predominante, en el interior de cada uno se encuentra la vida que reclama un si.

Y que le permite afirmar “los buenos son siempre buenos”.