Desarrollar a la gente para garantizar la prosperidad
- Shinka Consulting
- 19 dic 2016
- 3 Min. de lectura

Extracto del libro "El Talento Toyota" de Jeffrey K. Liker y David P. Meier
El ciclo continuo de extinción de incendios y de fracasar en solucionar la raíz de los problemas debe detenerse. La única forma para que se detenga es que las empresas abandonen las excusas y enfrenten la realidad. Con el fin de que ocurra el cambio y para que ese cambio lleve el resultado deseado, es necesario cambiar nuestra motivación. El desarrollo de la gente altamente capaz debe ser un deseo genuino.
No es suficiente con afirmar el deseo en una declaración de visión o en un estandarte sobre la puerta. Debe ser un interés genuino, y el motivo no puede estar atado directamente a un motivo oculto como la recompensa financiera a corto plazo. Usted debe tener verdaderamente una pasión para desarrollar una fuerza laboral con las habilidades más altas y saber que al hacerlo la ganancia financiera se encargará de sí misma. Este es un salto difícil para muchos ejecutivos e inclusive supervisores, quienes no ven un rendimiento de su gente relacionado directamente con su propio éxito.
Es mucho más fácil quejarse de lo que hace falta y no trabajar, en lugar de hacer la inversión en el cambio. El cambio nos obliga a confrontar lo desconocido. Es arriesgado. En muchos casos intentos y fracasos pasados nos han llevado a creer que los intentos futuros también terminarán con el mismo resultado, de modo que no lo intentamos.
No hay dudas de que trabajar con gente puede ser extremadamente desafiante y en ocasiones, frustrante. Puede parecer que el proceso de cambio sería fácil si no fuera por las personas. El hecho es que el proceso de cambio sería imposible sin la gente. Es más difícil tratar con la gente que con las máquinas o con las hojas de cálculo. Ellos tienen sus propias opiniones y sentimientos. Lo que permite a Toyota persistir, a pesar de los retos, es la filosofía primordial de que sólo la gente puede pensar, solucionar los problemas y mejorar. La gente es vista como la clave para expandir y fortalecer la empresa. Lo que se necesita en una creencia total e inquebrantable de que la gente es la clave del éxito, actuando como si eso fuera cierto y entonces desarrollar un sistema que apoye a la gente en sus esfuerzos. Su usted dice, “Las personas son el activo más importante”, y luego pregunta, “¿Cuántas cabezas puedo cortar del proceso y enviarlas a la fila del desempleo?”, no practica lo que predica.
El mundo se está volviendo hipercompetitivo y los administradores están luchando por mantener el paso. Las empresas y los administradores astutos se están ahora dando cuenta de que existe una enorme reserva de talento esperando ser aprovechada para ayudar en la lucha. Algunos están descubriendo que sin la conexión al talento, es imposible sobrevivir. Como con todas las cosas, nada es gratis. Las empresas están descubriendo los desafíos de “involucrar a la gente”. Están descubriendo que es difícil cambiar su pensamiento. Es más, cuando se involucra a la gente, sus sentimientos, opiniones y percepciones también se involucran. Las empresas atacan esto con varios programas de recursos humanos enfocados en los métodos de comunicación y los métodos de administración de tiempo y las formas para mejorar el ambiente de trabajo, pero las empresas no entienden el tema central. La gente no está en un ambiente todos los días en el cual estén desarrollando habilidades activamente para ser mejores trabajadores y solucionar mejor los problemas.
Otras empresas y algunos administradores aún mantienen la creencia de que la gente es intercambiable, necesitan aprender sólo lo suficiente para “hacer el trabajo” y son “un costo para hacer negocios”. La gente no es considerada como un activo para desarrollar; se piensa en ella como una pieza de maquinaria, necesaria para desempeñar una función. Si las personas se comportaran como máquinas y no respondieran o amenazaran con una huelga, las cosas serían más fáciles.
Es en este nivel de percepciones que nosotros trabajamos. En un extremo están las organizaciones y los individuos que entienden la importancia de la gente y que desean poner en práctica métodos nuevos, pero que luchan por cambiar las viejas formas de pensar y de comportarse y que no están exactamente seguros de qué hacer para desarrollar competencia verdadera y profunda en su gente. En el otro extremo están las empresas y los administradores que ni siquiera ven la necesidad del cambio.
La idea de desarrollar a la gente más allá del requisito base no ha entrado en sus mentes…
Para pensar!




















