Cada cual gana al perder un Ryo: Viejo Proverbio Oriental
- Shinka Consulting
- 4 may 2015
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Exergo de la Memoria Mitsubishi, citada en el libro EL DESAFIO MUNDIAL de Jean Jacques Servan Schreiber, Plaza & Janes Editores, 1980.
…Un día, un comerciante que anda por una carretera de la gran Isla encuentra, perdido en el suelo, un paquetito. Lo recoge y lo abre. Para sorpresa suya, descubre en él tres piezas de oro, cada una de las cuales vale un Ryo. Muy satisfecho, se dispone a volver a su casa con su nuevo tesoro. Entonces se acerca a él un caminante que le dice que el paquete le pertenece, que lo ha perdido en este lugar. Naturalmente, pide que le sean devueltas las tres monedas.
El comerciante que las ha encontrado, no lo ve de esta manera. “Quien encuentra algo, se lo guarda”, declara.
Se suceden los argumentos, y la discusión se hace interminable. Y ambos se absorben tanto en ella y son tan incapaces de salir de ella, que ni siquiera pueden recordar el momento en que se invirtieron sus términos.
El antiguo dueño, dice de pronto: “En el fondo, si las perdí, las perdí.” Y el otro responde: “A fin de cuentas, yo las encontré por casualidad, no me pertenecen.”
Así continúan en total desacuerdo. Uno está empeñado en devolver las monedas, y el otro no las quiere. Discuten de nuevo. “Bueno, llévatelas de una vez.” “De ninguna manera, ahora son tuyas.”
Y prosigue la interminable discusión, pero en sentido inverso.
No encontrando salida a la cuestión resuelven, prudentemente, someterla a la decisión de un tercero. Decisión que ya no será discutida.Por esto van a visitar al más famoso juez de la época: O’Oka Tadasuke.
Este escucha atentamente a los dos y emite su juicio:
“Los tres Ryos que cada uno de vosotros quiere dar al otro son confiscados por la autoridad pública. Y que los dos habéis renunciado a la propiedad, no os oponéis a ello.”
El gran magistrado toma las tres monedas de oro y se eclipsa en su despacho de trabajo. Los dos hombres se quedan desconcertados, soñadores y como sumidos en cierto pesar… Al cabo de un momento, regresa el magistrado, llevando un paquetito en cada mano. Se dirige de nuevo a ellos.
“Os habéis obstinado hasta tal punto, queriendo cada cuál tener toda la razón, que ambos lo habéis perdido todo. De esta manera, habéis aprendido una gran lección: lo que se pierde cuando uno se obstina en una idea fija, en vez de tratar de comprender al otro. Pero yo también he aprendido una lección valiosa: la que me habéis enseñado con vuestra modestia y vuestra generosidad. Por consiguiente, voy a haceros un regalo.”
Da, a cada uno, uno de los paquetitos. Cada uno de estos contiene dos Ryos.
El gran juez O’Oka Tadasuke saca ahora la conclusión de la historia: “Los cuatro Ryos que tenéis ahora entre los dos son los tres que me habéis traído y otro que me he sacado del bolsillo como recompensa por lo que me habéis enseñado. Antes, cada uno de vosotros creía tener tres Ryos. Después, los perdió. Ahora tenéis y podéis guardaros dos Ryos cada uno. Por consiguiente, habéis perdido cada uno un Ryo. Yo, que he añadido uno, puedo decir también que he perdido uno. Con lo cual, cada uno de nosotros ha perdido lo mismo: un Ryo. Los tres pagamos el mismo precio por la enseñanza que acabamos de recibir.”
Y la Memoria Mitsubishi añade este comentario: “¿Qué podemos sacar hoy de esta historieta de la antigüedad oriental? La obstinación egoísta de cada uno de los universos que componen nuestro planeta común solo puede llevar a soluciones de brutalidad y de desequilibrio que provocarán desgarramientos irreversibles. Ha llegado el momento de que empecemos a darnos cuenta de que nada podemos ganar unos contra otros, ni uno a expensas de los otros. Todos debemos pagar el precio de nuestros esfuerzos antes de recibir, todos juntos, un beneficio común”.